Don Cristóbal fue más que un amante del café; fue un visionario que dedicó su vida a perfeccionar cada grano que cultivaba. Desde joven, aprendió los secretos de la tierra y el arte de tostar café, transmitiendo su pasión y conocimiento a las generaciones futuras.
Hoy, honramos su memoria y legado en cada taza que servimos. Su dedicación y amor por el café nos inspiran a mantener viva la tradición, asegurándonos de que cada sorbo cuente una historia de esfuerzo, familia y excelencia.